
El módulo interpreta los gruñidos caninos y los convierte al lenguaje humano. Tiene dos piezas: una va en el cuello del perro y la otra queda en poder del dueño. El collar incorpora un sensor que al captar los ladridos envía los datos decodificados a un receptor inalámbrico.
Para la creación de este dispositivo, se tuvieron en cuenta las clasificaciones de sonidos en base a la duración, la entonación y la intensidad.
Según un informe de la consultora Euromonitor Internacional, lo que más creció en 2009 fue el rubro de tecnología para mascotas.
Hay también una versión para felinos; se llama Meowlingual.
Pero en Sudamérica se deberá esperar; los dos aparatos están, por ahora, sólo en japonés. En estos días están llegando a los Estados Unidos y su precio será de 150 dólares.
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